EL CARRAO
Cuentan los
patriarcas llaneros que hace muchos años, en las inmensas llanuras
colombo-venezolanas existieron dos hombres muy famosos por su autosuficiencia
en la vida recia del hombre sabanero; eran compañeros
inseparables y conocidos plenamente por apodos o motes: a uno le decían Carrao y
al otro Mayalito.
El primero,
ósea "Carrao", era un hombre de esos llaneros que nunca conocen el
miedo y sienten placer desafiando el peligro; hombre resuelto, amigo de los
caminos en las noches oscuras, gran baquiano (experto) de la llanura y
extraordinario jinete, ningún caballo había logrado quitárselo de los lomos por
muy bravo que fuera, como nunca untoro bravo había logrado tocarlo con sus
cuernos. El Carrao era feliz andando en plenas tormentas nocturnas,
no le importaba que su caballo fuera salvaje, más hombre se sentía, era tanta
la confianza que se tenía que sabía que nunca se caería de un caballo, pues sus
piernas habían nacido para domar caballos fieros.
Mayalito, su
inseparable compañero y amigo, por el contrario era su polo opuesto; un hombre
aplomado, juicioso y talentoso en todos sus aspectos, fiel sabedor de que con
la naturaleza llanera no se puede jugar demasiado por que es severa,
claro que sin dejar eso así, de ser un hombre de gran coraje como todo buen
llanero. Ese era Mayalito, el que hizo un inventario de advertencias a su
compañero, las cuales nunca fueron atendidas ni obedecidas, pues la rebeldía y
el coraje del Carrao constituían un patrimonio muy suyo, del cual no
era fácil olvidarse de buenas a primeras porque con esas características había
nacido.
Una tarde,
cuando el sol palidecía y la noche comenzaba a imponer su color sobre la
llanura, se advertía en el horizonte cercano una horrible tempestad que hacía
pensar que la noche iba a ser tormentosa, se fue al mangón y amarró el caballo
que estaba trochando, lo trajo al corral, lo ensilló y le pegó la margalla,
cagalerióla soga y montándose en el brioso caballo se despidió de Mayalito. Abrió
la puerta de trancas del corral y en medio de candelosos rayos se fue alejando
en la oscuridad de la sabana, esta vez... para nunca regresar.
"Mayalito",
al ver que su amigo y compañero no regresó, se dio la tarea de buscarlo en
todas las noches oscuras por los distintos rumbos de las comunales sabanas,
especialmente por las partes que sabía que al "Carrao" le gustaba frecuentar.
Fueron muchas
las noches que Mayalito anduvo gritando incesantemente a su compañero "Carrao",
"Carraooo", escuchando solo la respuesta producida por el eco de su
voz. Una noche, Mayalito acortaba una travesía en medio de una tormenta de
rayos, a la luz de un relámpago vió que algo brillo a los pies de su caballo,
se apeó e inspeccionó el objeto, se sorprendió cuando lo identificó pues se
trataba de las zapatas del freno metálico del apero de "Carrao", las
alzó y las llevó consigo.
Desde entonces
puso énfasis en la búsqueda de su compañero, pensó que algo le había ocurrido y
que no estaría muy lejos de allí; continuó su tarea noche tras noche, hasta que
Mayalito tampoco regresó nunca más al hogar, se lo tragó la sabana junto con Carrao.
Mayalito se convirtió en un ave que vuela en las noches oscuras produciendo un
canto:Carraoooo, carraooo.
A esta ave se
le conoce en el llano con el nombre de Carrao.
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